La Plata Hochi

Ella es totalmente diferente de los tangueros japoneses que vinieron a Argentina-es la impresión cuando la escuché en la tangueríaTORQUATTO TASSO,en San Telmo de Buenos Aires, en la noche del 21 de febrero del 2007.

No fue la primera vez de que oí su tango sino que ya lo había escuchado en su álbum “Canto de Sirena”. Pero esa noche ella me clavó un puñal desde el escenario con sus movimientos corporales y su rostro expresivo. Como me decían que ella era actriz, además de su voz abundante, su firmeza al cantar, y su coreografía encantadora, se la pudo reconocer universalmente “Diva de Tango”.


Cuando digo que ella es totalmente diferente de los cantantes japoneses anteriores, me malentenderán. No quiero decir que los anteriores canten mal, sino que admiro que los japoneses hayan llegado a cantar casi tan bien como los porteños, pero hasta ahí, solo imitan su cantar.
Los japoneses se dicen buenos imitadores, opino que la imitación es un don y no un mal. En este punto los otros japoneses imitan bien, sin embargo, ellos están lejos de la creatividad. A los porteños les gustaba escuchar a los cantantes japoneses; una razón es por la curiosidad de ver cómo los orientales de diferente base cultural cantan bien el tango que nació en la tierra de Argentina, y otra es por el exotismo de “Tango vestido de Kimono”, el cual no les importaba si lo cantaban bien o mal.

Hace un tiempo, Shinpei Hayakawa, esposo de la famosa cantante Ranko Fujisawa, vino a Buenos Aires e hizo una gira por la Argentina con su “Orquesta Típica Tokyo” y fueron acogidos aclamando que tocaban muy bien técnicamente. En cuanto a su estilo musical, las impresiones y opiniones eran diferentes; algunos exclamaban “es Juan D’Arienzo para YIRA YIRA”, otros decian que era Aníbal Troilo para QUEJAS DE BANDONEON, y unos últimos opinaban que era Osvaldo Pugliese para LA CUMPARSITA.
Esto da cuenta que Orquesta Típica Tokyo se había limitado a imitar a los maestros porteños, lo cual muesta que Shinpei no habia estructurado su estilo original. Es decir, que se quedaba en la buena imitación.

A mi asombro, en ella no hay esa imitación. Anna tiene su estilo original, tiene creatividad.
Por esta razón su tango japonés es acogido en Europa y EE.UU. Me he convencido escuchándola esa noche que su tango no es “Tango vestido de Kimono”, sino “Tango desnudo de Kimono” y eso la hace apreciar más como artista. Ya ustedes entenderán mi razon para calificarla como totalmente diferente a otros tangueros japoneses.
El hecho que Anna sea considerada una Diva del Tango, no es por casualidad o por felicidad casual. Su talento, coreografía e interpretación, indispensables como artista de escenario, hacen de ella una cantante muy exitosa. Maestros de primer nivel que representan Tango argentino, como lo son Horacio Ferrer, poeta de tango, Raúl Garello, Leopoldo Federico y José Colángelo la aprecian por su creatividad y su prolijidad como artista.
Su español es excelente. Los gaijin, cuya lengua natal es español, la aprecian mucho y comparto su opinión. Su pronunciación es perfecta. Aquella noche podía oir a los oyentes decir “Su japonés suena muy bien”. Ella grabó los álbum en japonés “Omoi(pensamiento)” “Negau(deseo)” queriendo transmitir al mundo la hermosura de la lengua japonesa. Esto aclara su supremacía, y que no es una cantante común.
Anna me recuerda el hecho que Brahms compuso Requiem no en latín sino en alemán, cuando en aquel tiempo los requiem solían cantarse en latín. También cuando Wagner compuso ópera no en italiano sino en alemán, y ésta funcionaba solamente en italiano.
Entre los llamados tangueros japoneses, aficionados del tango, existe una crítica hacia Anna en la que dicen no considerarla tradicional. Sin embargo, no concuerdo con este punto de vista. Es más, Horacio Ferrer dijo “La voz de Anna es como aroma de perfume”. Por lo tanto, ella hizo superar al tango del mal olor de su nacimiento, a la canción aromática.

Su tango viene a tocar nuestro corazón profundamente, no por su técnica sino por su fuerte anhelo: “Quiero transmitir valor y esperanza más allá de las palabras, y si pudiera, quisiera aliviar el corazón de la gente.”

Autor: Takagi Kazuomi